Posicionamiento en torno a los Servicios de Interpretación en Salud Mental para Personas Sordas

El objetivo de este posicionamiento es reconocer y enfatizar la importancia y la necesidad de servicios de interpretación especializados en lengua de señas en el otorgamiento de servicios de salud mental para individuos sordos. Aunque la prestación de un servicio directo de salud mental es óptimo y se prefiere así, no siempre está disponible. Cuando no se pueden ofrecer servicios de salud mental directamente, es de vital importancia asegurar que la comunicación sea efectiva mediante el uso de servicios de interpretación de lengua de señas, los cuales deben ser sensibles también con los aspectos culturales y con la conciencia de la dinámica involucrada a la hora de prestar servicios de salud mental a las personas sordas. [1] La Asociación Nacional para Sordos (NAD) quiere utilizar esta plataforma para incrementar de manera significativa el acceso a los servicios de salud mental mediante la mejora en el conocimiento, la concientización y la sofisticación del uso de la interpretación de lengua de señas por parte de los profesionales de salud mental, los sistemas sanitarios y la comunidad sorda. Los siguientes apartados resaltan cuál es la información necesaria para los especialistas de salud mental, intérpretes y la comunidad sorda a la hora de tener un conocimiento global de cómo servir y apoyar a los individuos sordos de la mejor manera.

Servicios de Salud Mental Directos vs. Interpretados

La NAD recomienda que, para servicios de salud mental directos, los individuos sordos sean canalizados a especialistas con formación específica (véase  Posicionamiento de la NAD en torno a los Servicios de Salud Mental) siempre que sea posible y, si fuera necesario, se faciliten servicios de apoyo apropiados según la elección del sordo. En aquellas situaciones donde no sea posible encontrar un especialista que pueda suministrar un servicio de salud mental directo o si el sordo así lo prefiere, la NAD recomienda encarecidamente que se trabaje de forma coordinada con un intérprete de lengua de señas competente, con conocimiento avanzado y especializado en salud mental. 

La NAD recomienda a los profesionales en salud mental, a los intérpretes y a la Comunidad Sorda reconocer los retos únicos a los que se enfrentan los especialistas en salud mental e intérpretes que trabajan con individuos sordos en el ámbito de la salud mental y que sean conscientes de la necesidad de formación especializada para enfrentarse a esos retos. El campo de la salud mental es muy amplio e incluye especialistas para personas sordas u oyentes en las áreas de psicoterapia, psiquiatría, terapia y trabajo social, pruebas psicológicas, tratamiento para el abuso de sustancias y terapia forense entre otras.  El lugar puede variar desde el domicilio del cliente a consultas privadas, hospitales o centros penitenciarios.

Según el Documento para los Estándares de Práctica en la Interpretación en el Entorno de la Salud Mental del Registro de Intérpretes para Sordos (RID), “Los profesionales de salud mental dependen en gran medida de la forma y contenido del lenguaje para el diagnóstico y tratamiento. Los matices en la comunicación, incluyendo la emoción en el tono y las sutilezas de la estructuración del lenguaje, pueden ser significativos para el diagnóstico o la eficacia de un tratamiento.” (RID, 2007) Para los oyentes, existe una gran variación a la hora de entender distintos términos en inglés en el área de la salud mental, pero hay estudios fiables que exploran las barreras culturales y lingüísticas en el acceso a los servicios de salud mental que muestran que, entre los participantes sordos, esa capacidad es aún más amplia (Steinberg, Sullivan, & Lowe, 1998). Esto, sumado a la comprensión de la terminología específica del área de salud mental, hace que los intérpretes también se enfrenten a una dinámica interpersonal compleja derivada de los síntomas de los desórdenes psicológicos, el diagnóstico y los objetivos específicos del tratamiento en el ámbito de la salud mental, así como la comunicación y los objetivos terapéuticos únicos de cada miembro del grupo de tratamiento de salud mental.

Se recomienda a los intérpretes acatar los estándares de práctica y códigos éticos (RID 2007), los cuales incluyen la necesidad de una formación apropiada en salud mental antes de aceptar cualquier trabajo en ese campo.  Los intérpretes deben estar preparados para trabajar en una dinámica de grupo variable, incluyendo pero no limitado a: oír al personal médico trabajando directamente con los individuos sordos, oír al personal médico trabajando con individuos sordos y sus familiares o parejas oyentes y trabajar con sordos profesionales de la salud mental en diferentes necesidades de interpretación. Cada escenario presenta sus propios retos y complicaciones (Hauser, Finch, & Hauser, 2008) y la formación y preparación podrían beneficiar a los intérpretes para ser competentes en el trabajo.

Acreditación en la Interpretación en Salud Mental

Aunque el RID contempla estándares de práctica en el interpretación en salud mental, a principios de 2012 el RID aún no dispone de ninguna certificación específica para la interpretación en salud mental. [2] Aunque existen varios programas independientes centrados en la interpretación en salud mental, no existe uniformidad en esos programas.  La única certificación que ofrece formación intensiva en interpretación en salud mental es la que se imparte en la  Formación para Intérpretes en Salud Mental en Alabama. (Código Administrativo del Departamento de Salud Mental de Alabama, 2003; Crump, 2012).

Requisitos para los Intérpretes en Salud Mental:

 Conciencia Intrapersonal
 A diferencia de los profesionales de salud mental, que están formados para tratar con pacientes y situaciones con una alta carga emocional, la mayoría de los intérpretes no lo están. Por esto, aquellos intérpretes que trabajan en el área de salud mental deben tener una habilidad intrapersonal especial que tome conciencia de posibles prejuicios, valores, factores desencadenantes, limitaciones y potencial de contratransferencia. La capacidad del intérprete de auto gestionarse y mantener la calma interpretando una sesión de salud mental es fundamental para llevar a cabo una sesión exitosa con un individuo sordo. La habilidad intrapersonal puede desarrollarse con formación, supervisión y apoyo de otros compañeros. Esa habilidad puede servir de guía a la hora de aceptar trabajos en este campo. Algunos aspectos a tener en cuenta antes de aceptar un trabajo pueden ser: cultura, raza, género, creencias religiosas y orientación sexual.

 Conocimientos en Lengua y Cultura
 Para evitar diagnósticos erróneos en individuos sordos, no sólo es esencial que los intérpretes tengan fluidez receptiva y expresiva en Lengua de Señas Americana, también deben tener una amplia formación en técnicas de salud mental. Los intérpretes de salud mental deben estar familiarizados y ser capaces de usar distintas modalidades de interpretación. Es más, los intérpretes deben estar preparados para informar a los especialistas si son necesarias sesiones más largas, de la necesidad de hacer pausas durante la sesión o si hay que modificar la manera en la que se hacen preguntas. Los especialistas pueden depender de los intérpretes para obtener información cultural. Para obtener unos resultados óptimos, la comunicación entre el intérprete, el especialista y el consumidor sordo antes de la primera sesión es fundamental (Hamerdinger & Karlin, 2003).

Algunos individuos sordos, especialmente aquellos con un historial de enfermedad mental, pueden sufrir también limitaciones en el lenguaje y falta de información. Esto puede dificultar en gran medida el trabajo del especialista con el intérprete a la hora de diferenciar entre dicho déficit y síntomas de enfermedad mental. Es importante que la interpretación no oculte el déficit en el lenguaje del consumidor sordo ya que el personal médico depende de una interpretación precisa para poder inferir los procesos mentales  (Crump & Glickman, 2011).

 Confidencialidad y Límites Profesionales
 A lo largo de los Estados Unidos, la limitación de recursos a menudo supone restricciones en los servicios de interpretación. Los individuos sordos pueden encontrarse con los mismos intérpretes que les acompañaron en sus citas de salud mental en otros eventos o citas. Estos encuentros pueden crear conflicto e incomodidad tanto en el individuo como el intérprete. Mantener la confidencialidad es aún más importante.

Cuando se interpreta en el ámbito de la salud mental, la confidencialidad requiere de unos niveles de perspicacia y pensamiento críticos únicos en este entorno. El Código de Conducta Profesional de la NAD-RID recomienda a los intérpretes que “compartan información relacionada con alguna cita sólo si es necesario y cumpliendo con la confidencialidad (por ej. supervisores, miembros del equipo de intérpretes, miembros del equipo educativo, entidades contratantes)” (RID, 2005). Aunque es importante que el intérprete esté informado sobre el tratamiento del individuo sordo, deben seguirse protocolos estrictos para mantener la confidencialidad.  Si la comunicación es por escrito, es necesario que el intérprete conozca los estándares de ese tipo de comunicación, que sea consciente de que esa comunicación puede formar parte del historial oficial del cliente y que comprenda las leyes más importantes en materia de confidencialidad como el HIPAA y la Normativa Federal 42 CFR, Parte 2.

Ética, Supervisión e Interconsultas
 Se supone que los especialistas en salud mental deben adherirse a unos estándares de práctica ética muy estrictos. [3] En el área de salud mental, el riesgo de abuso de poder, trauma secundario, traspaso de límites y el agotamiento es mucho más alto. Como tales, se recomienda que los especialistas sean supervisados y participen en consultas con sus compañeros. Los intérpretes que trabajan en este entorno deben cumplir los  mismos estándares y deben poder beneficiarse de la oportunidad de trabajar con supervisores y/o consultar con otros compañeros (Atwood, 1986; Fritsch-Rudser, 1986; Dean & Pollard, 2009, 2011; Keller, 2008; Hetherington, 2011; Anderson, 2011). Para obtener unos estándares de calidad en la supervisión de la interpretación en salud mental, la NAD recomienda que se forme un grupo de intérpretes competentes con experiencia para supervisar y con la disponibilidad para trabajar con intérpretes nuevos en el área de la salud mental a nivel nacional.

 Intérpretes Competentes en Salud Mental 
 La NAD recomienda que los intérpretes que trabajen en salud mental cumplan con los siguientes requisitos:

1. Fluidez en la Lengua de señas Americana;

2. Fluidez en el inglés y en la elección del registro;

3. Competencia cultural;

4. Contar con un programa de formación integral en la interpretación en salud mental;

5. Seguir una orientación de intérpretes con experiencia en salud mental (al menos 50 horas);

6. Supervisión individual o grupal y consulta con compañeros;

7. Altos estándares de práctica éticos; y

8. Conocimiento de la literatura en asuntos éticos o modelos de toma de decisiones en interpretación.

La NAD recomienda que se establezca un procedimiento de certificación para la especialización en la interpretación en salud mental a nivel nacional. De manera alternativa, se podría utilizar un expediente estandarizado para destacar la especialización individual en interpretación en salud mental. También se recomienda que los intérpretes mantengan sus competencias con educación continua en el área de salud mental en cada ciclo de certificación (15 horas anuales o 60 horas en el ciclo de 4 años del programa de certificación de la RID). Para lograr este objetivo, es esencial que se desarrollen más opciones para que los seminarios cumplan con las 60 horas de educación continua en salud mental que se requieren en un período de 4 años. Para poder contratar a más intérpretes especializados en salud mental, los programas de formación para intérpretes deberían ofrecer a los estudiantes al menos una clase centrada únicamente en la interpretación en salud mental durante un trimestre o semestre completos para captar su atención en esta área de especialización.

En resumen, los intérpretes en salud mental son un componente fundamental en el sistema de provisión de servicios de salud mental para individuos sordos con necesidades en salud mental ya que dan un servicio auxiliar cuando el especialista no puede dar atención directa o cuando un individuo sordo lo solicita. Y, mientras que en la última década se ha propuesto como objetivo que la interpretación en el área de salud mental mejore sus estándares, este documento de posicionamiento espera poder mejorar estos estándares mediante la definición de los requisitos de los intérpretes en salud mental teniendo en cuenta los límites profesionales, la ética, la supervisión y las consultas con compañeros en la profesión.

Referencias

Departamento de Salud Mental de Alabama. (2003). Capítulo 580-3-24, Estándares para la interpretación en Salud Mental.  Obtenido de http://www.alabamaadministrativecode.state.al.us/docs/mhlth/3mhlth24.htm.

Anderson, A. A. (2011). Peer Support and Consultation Project for Interpreters: A Model for Supporting the Well-Being of Interpreters who Practice in Mental Health Settings. Journal of Interpretation, 21(1), pp. 9-20.

Atwood, A. (1986). Clinical supervision as a method of providing behavioral feedback to sign language interpreters and students of interpreting.  In M. L. McIntire (Ed.). New dimensions in interpreter education: Curriculum and instruction (pp. 87-93). Proceedings of the 6th national Convention of the Conference of Interpreter Trainers. Chevy Chase MD.

Crump. C. (2012). Mental Health Interpreting Training, Standards, and Certification. In K. Malcolm and L. A. Swabey (Eds.). In Our Hands: Educating Healthcare Interpreters. (pp. 54-76). Gallaudet University Press. Washington, D.C.

Crump, C. & Glickman, N. (2011). Mental Health Interpreting with Language Dysfluent Deaf Clients. Journal of Interpretation, 21(1), pp. 21-36.

Dean, R. K. & Pollard, R. Q. (2011). The importance, challenges, and outcomes of teaching context-based ethics in interpreting: A demand control schema perspective. Interpreter and Translator Trainer, 5(1), pp. 155-182.

Dean, R. K. & Pollard, R. Q. (2009, Fall). “I don’t think we’re supposed to be talking about this:” Case conferencing and supervision for interpreters. VIEWS26, pp. 28-30.

Fritsch-Rudser, S. (1986).  The RID code of ethics, confidentiality and supervision. Journal of Interpretation, 3, pp. 47-51.

Hamerdinger, S., & Karlin, B. (2003). Therapy using interpreters: Questions on the use of interpreters in therapeutic settings for monolingual therapists. Journal of American Deafness and Rehabilitation Association36(3), pp. 12-30.

Hauser, P. C., Finch, K. L., and Hauser, A. B. (2008). Deaf Professionals and Designated Interpreters: A New Paradigm. Gallaudet University Press. Washington, D.C.

Hetherington, A. (2011). A Magical Profession? Causes and management of occupational stress in sign language interpreting profession. In L. Leeson, S. Wurm, M. Vermeerbergen (Eds.). Signed Language interpreting: Preparation, practice and performance (pp. 138-159). St. Jerome Publishing. Manchester, UK.

Keller, K. (2008). Demand-control schema: Applications for deaf interpreters. In L. Roberson & S. Shaw (Eds.).Proceedings of the 17th National Convention of the Conference of Interpreter TrainersPutting the pieces together: A collaborative approach to excellence in education. (pp. 3-16). Conference of Interpreter Trainers. San Juan, PR.

Steinberg, A. G., Sullivan, V. J., and Loew, R. C. (1998). Cultural and Linguistic Barriers to Mental Health Service Access: The Deaf Consumer’s Perspective. American Journal of Psychiatry155(7), pp. 982-984.

Registry of Interpreters for the Deaf (RID). (2005). NAD-RID Code of Professional Conduct. Obtenido de http://rid.org/ethics/code-of-professional-conduct/.

Registry of Interpreters for the Deaf (RID). (2007). Standard Practice Paper on Interpreting in Mental Health Settings. Obtenido de  https://drive.google.com/file/d/0B3DKvZMflFLdWmFVV2tydVRFTHM/view


[1]  El término “sordo” debe entenderse que incluye a los individuos con problemas de audición, con sordera tardía y sordociegos.

[2] Ver www.rid.org/education/testing/index.cfm

[3] Ver documentos de estándares éticos en: www.aca.org, www.apa.org, www.socialworkers.org, www.psych.org